domingo, 23 de diciembre de 2012

Enter the Void (2009), Gaspar Noé


Óscar y su hermana Linda viven desde hace poco en Tokyo. Él sobrevive traficando con drogas, ella trabaja como stripper en un club nocturno. Durante un forcejeo con la policía, Óscar cae herido tras un disparo. Aunque esté agonizando, su espíritu, fiel a la promesa de no abandonar a su hermana, rechaza abandonar el mundo de los vivos. A partir de entonces vaga por la ciudad y sus visiones se vuelven cada vez más distorsionadas, pesadillescas. Pasado, presente y futuro empiezan a confundirse.

Inclasificable película del inclasificable director Gaspar Noé. Aunque no sé de qué me sorprendo.

En Carne y Solo contra todos ya apuntaba maneras, teniendo la segunda el final más asfixiante que he visto nunca. Me río de los que dicen que Funny Games es perturbadora. En Irreversible dio un paso más, y además de hacer malabarismos con el montaje, el aspecto visual producía verdadero mareo. Y qué decir de la famosa escena con Mónica Bellucci. Su última escena, no apta para epilépticos (que aún no sé a qué cuento venía) era el principio de su futuro proyecto en solitario, siete años después: Enter the Void.

Gaspar Noé es un provocador nato. Tendrá sus defectos (que los tiene), pero nunca se le podrá arrebatar su mérito o decir que sus películas te dejan indiferente.

Realmente este film es una experiencia audiovisual fascinante. Todo es realidad, sueño, pesadilla, alucinación, pasado, presente y futuro a la vez. Sus lisérgicos efectos especiales te suman en los diferentes estados de conciencia del protagonista, que vuela por un Tokyo lleno de luces de neón traspasando paredes en largos planos secuencia.


Con un ritmo pausado y siempre rodado en primera persona, Noé nos retrata una historia de amor fraternal, llena de drogas, sexo, pasiones, obsesiones y chutes de colores. El guión quizá no sea su fuerte. Es decir, no hay una gran profundidad en los personajes, no empatizas con ellos, y tampoco hay brillantes diálogos. Incluso en ocasiones, se hace algo repetitiva, por qué no. Pero da igual.


Técnicamente es prácticamente perfecta. Desde sus impresionantes títulos de crédito, los planos secuencia, los travelling, los parpadeos, cierto plano subjetivo... Gaspar Noé es un visionario, un rompedor de esquemas.

Las interpretaciones son geniales, tanto la de los actores, como las que se le pueden atribuir a la obra en sí. Al final del film puedes pensar lo que más te guste o lo que te parezca mas coherente con el resto de la obra. Resulta realmente curioso, porque toda la película se basa en un diálogo al principio de la película. Noé te la cuenta, pero da igual, la quieres seguir viendo. Es algo magnífico.


Un viaje por la desorientación que produce ser esclavo de tus propias pulsiones. Para mí, su mejor obra.

O la amas o la odias. Pero no te dejará igual.


Jaime Muñoz

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