lunes, 25 de septiembre de 2017

Crónica del Donostia Kutxa Kultur Festibala









El Donostia Kutxa Kultur Festibala sobrevivió y cumplió con las expectativas generadas entorno a su nueva edición, la primera celebrada en el Hipódromo de Lasarte. Y es que la adecuación a un nuevo espacio no fue solo el único inconveniente con el que se encontró la organización, ya que una climatología adversa embarró la mayoría de los rincones del recinto, adquiriendo todo ello un mayor aire norteño si cabe. A pesar de estos inconvenientes, los conciertos se pudieron desarrollar con normalidad, salvo algún retraso el primer día o cambios imprevistos de horario como lo que les sucedió a Baywaves. Con todo ello, podemos decir que la nueva ubicación ofrece múltiples posibilidades, conservando un entorno cómo y bien diferenciado de muchos otros festivales que se realizan en la península. En su primera toma de contacto con todo lo que ofrece el hipódromo, podemos intuir como el festival seguirá creciendo sobremanera los próximos años.

En el aspecto musical nos encontramos con unas más que agradables sorpresas y alguna que otra decepción. La primera de ellas podemos decir que fue la de un Havoc que ofreció un concierto repleto de cambios estilísticos de lo más bruscos. Cada uno de sus trabajos gira entorno a un momento pop diferente, algo que en directo alcanzó la incoherencia total por mucho que su presentación fuese de lo más correcta. Con más acierto pero con la misma lluvia torrencial, Amateur se presentaban por segunda vez en directo (la primera había tenido lugar un par de días antes en la presentación del festival) ante una fiel colonia se seguidores que aguantaron con todo lo que hiciese falta. Su directo estuvo marcado por el gran entusiasmo que mostraron sus miembros, dejando un poco de lado la extrema languidez y nostalgia que adquieren unas letras con muchas referencias al pasado. A través de unos arreglos de lo más preciosistas y cuidados, la formación local supo transmitir a la perfección el legado de La Buena Vida.

Nuestra siguiente parada en el festival corrió a cargo de unos Frànçois & the Atlas Mountains que no lograron transmitir todo lo bueno encerrado en sus trabajos. Cayendo en la cara del pop más fácil y coreable, todos aquellos destellos que giran entorno a los matices pop más brillantes donde la chanson francesa tampoco escasea, se perdieron por el camino. Se puede decir que el formato festivalero no les sentó bien del todo. Por fortuna, el mal sabor de boca que nos dejaron los franceses lo solucionó un desinhibido Jeremy Jay. Con una buena banda a sus espaldas, no dudó en comenzar su concierto con un recital de grandes temas como ‘Just Dial My Number’ o ‘Gallop’, dejando las composiciones de su próximo trabajo de cara al final. De ellas podemos decir que vuelven a ser de lo más redondas, encerrando las letras a ratos felices y a ratos tan tristonas a las que nos tiene acostumbrados. Dejándonos una de las imágenes del festival al no para de saltar en cada canción, Jeremy Jay mostró que pasa por un momento de lo más feliz.

Recogiéndonos bajo el techo del Hidden Stage, nos encontramos con unos poderosos Lukiek capaces de hacer revivir el rock alternativo estadounidense de finales de los 90. La banda paralela de Josu de Belako logró revolucionar al personal con el preciso empuje de sus melodías, generando la mezcla perfecta entre euforia y descontrol. Se puede decir que sus conciertos fue una de las grandes revelaciones del festival sin apenas haber catado su propuesta con anterioridad. Otros que dieron un gran concierto fueron Baywaves. La banda localizada en Madrid acumula ya muchos bolos a sus espaldas, algo que sin lugar a dudas logran transmitir en el directo. Sin dejarse nada en el tintero, supieron cambiar a la perfección entre los matices de pop más surferos y los atisbos de psicodelia bajo control a los que acostumbran. A partir de aquí podemos entender el motivo por el que fuera de nuestras fronteras se les quiere casi tanto como aquí.

El final de la noche corrió a cargo del gran plato fuerte. Estamos hablando de unos Jesus and Mary Chain que parecen vivir una segunda juventud. Los temas de su nuevo trabajo Damaged and Joy sonaron precisos y perfectamente acoplados al resto de su discografía. Con un directo que superó la hora y media de duración, pudieron hacer un repaso preciso a su parte más llevada con el cuchillo entre los dientes, sin olvidarse de aquellas canciones que cimentaron lo que hoy se ha desvirtuado llamándose indie. Abriendo con la nueva ‘Amputation’, la banda escocesa dejó constancia de su capacidad para sumergirse en esos terrenos donde el post-punk no acaba de ser agresivo pero sí que amenaza. Más momentos destacados llegaron con ‘Cherry Came Too’ o ‘Nine Million Rainy Days’, sacando a relucir su lado más aturdido y al mismo tiempo disfrutable. El cierre del concierto llegó por todo lo alto, encadenando ‘War on Peace’ y ‘Hate Rock 'n' Roll’ para demostrar que lo suyo no ha sido un regreso por cumplir.

La jornada del sábado la iniciamos con uno de esos conciertos que se recordarán como uno de los mejores de la historia del festival. Estamos hablando de unos The Divine Comedy que ofrecieron uno de esos directos impecables, plagados de las canciones más emblemáticas de su trayectoria a la par de sonar a las mil maravillas. Con un Neil Hannon que salió de lo más abrigado al escenario, poco a poco se dio cuenta de cómo la bufanda y demás enseres le sobraban. A lo largo de su actuación nos brindó canciones de lo más esperadas como fue el caso de una ‘At the Indie Disco’ muy bien aderezada con el ‘Blue Monday’ de los New Order.  Más clásicos aún más antiguos llegaron con la siempre melancólica ‘A Lady of A Certain Age’ o un ‘Sweden’ que guardó todo su dramatismo. Lo dicho, un directo inmaculado que a más de uno le ayudó a reencontrarse con todas las bondades de la banda irlandesa.

La siguiente parada de la noche corrió a cargo de The Drums, dispuestos a presentarnos su nuevo trabajo Abysmal Thoughts, aunque en ningún momento se olvidaron de las grandes canciones de surf pop contenidas en el resto de su trayectoria. Por todo ello quemaron las naves a las primeras de cambio incluyendo canciones tan memorables como ‘Book of Stories’ o ‘Money’. La sensación de estar ante un concierto más que bueno fue algo que se palpó en todo momento, levantando el vuelo muy alto con nuevos temas como ‘Mirror’. Este conjunto de nuevas canciones por lo general no caló tan hondo en el personal, no por insistencia de Jonathan Pierce y su banda, sino por salirse de la tónica de melodía vitaminada a la que acostumbran. Mención especial merece el cierre que realizaron con un espléndido ‘Down By the Water’, emocionante y agridulce a partes iguales para dejarnos que hay muchas historias encerradas detrás de esas canción.

Con la emoción del cierre de The Drums, estábamos perfectamente preparados para vivir otro concierto de Kokoshca por todo lo alto. Mostrándose oscuros para acabar la fiesta por todo lo alto, los pamplonicas se encontraron en todo momento muy concentrados, siendo conscientes de que Donosti es su segunda o primera casa. Sonaron canciones como ‘Directo a Tu Corazón’ o todo un clásico moderno como es ‘No Queda Nada’, contraponiéndose de este modo a ‘La Fuerza’. El cierre del directo, como cabía esperar, desató grandes pogos entre muchas caras conocidas, celebrando por todo lo alto un nuevo y exitoso concierto de Kokoshca. Para finalizar de forma definitiva, no podía faltar un ‘No Volveré’ que siempre genera la adicción del primer día.

Nuestro cierre del festival corrió a cargo de una de las mejores bandas de post-punk que podemos encontrarnos en nuestro país ahora mismo. Estamos hablando de los bilbaínos Vulk y su propuesta siempre llevada al límite. Sus composiciones en directo se vuelven más peliagudas si cabe, explotando toda esa buena vena que bandas de Reino Unido como Fawn Spots o Eagulls han desarrollado tan bien últimamente. En un concierto marcado por el carácter altivo y de perdición de los temas, tuvimos tiempo para apreciar los pequeños detalles que emanaban de la puesta de escena de su frontman, dejando claro que lo suyo va muy en serio. Así es como pusimos el punto y final a una nueva edición del Kutxa Kultur, siendo conscientes de que un festival con tanto encanto resulta muy difícil de encontrar. Una vez superadas todas las inclemencias de este año, solo cabe esperar de que la próxima edición se vea aún más reforzada en todas sus líneas.

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