El Donostia Kutxa Kultur Festibala sobrevivió y cumplió con
las expectativas generadas entorno a su nueva edición, la primera celebrada en
el Hipódromo de Lasarte. Y es que la adecuación a un nuevo espacio no fue solo
el único inconveniente con el que se encontró la organización, ya que una
climatología adversa embarró la mayoría de los rincones del recinto,
adquiriendo todo ello un mayor aire norteño si cabe. A pesar de estos
inconvenientes, los conciertos se pudieron desarrollar con normalidad, salvo
algún retraso el primer día o cambios imprevistos de horario como lo que les
sucedió a Baywaves. Con todo ello, podemos decir que la nueva ubicación ofrece
múltiples posibilidades, conservando un entorno cómo y bien diferenciado de
muchos otros festivales que se realizan en la península. En su primera toma de
contacto con todo lo que ofrece el hipódromo, podemos intuir como el festival
seguirá creciendo sobremanera los próximos años.
En el aspecto musical nos encontramos con unas más que
agradables sorpresas y alguna que otra decepción. La primera de ellas podemos
decir que fue la de un Havoc que ofreció un concierto repleto de cambios
estilísticos de lo más bruscos. Cada uno de sus trabajos gira entorno a un
momento pop diferente, algo que en directo alcanzó la incoherencia total por
mucho que su presentación fuese de lo más correcta. Con más acierto pero con la
misma lluvia torrencial, Amateur se presentaban por segunda vez en directo (la
primera había tenido lugar un par de días antes en la presentación del
festival) ante una fiel colonia se seguidores que aguantaron con todo lo que hiciese
falta. Su directo estuvo marcado por el gran entusiasmo que mostraron sus
miembros, dejando un poco de lado la extrema languidez y nostalgia que
adquieren unas letras con muchas referencias al pasado. A través de unos
arreglos de lo más preciosistas y cuidados, la formación local supo transmitir
a la perfección el legado de La Buena Vida.
Nuestra siguiente parada en el festival corrió a cargo de unos
Frànçois & the Atlas Mountains que no lograron transmitir todo lo bueno
encerrado en sus trabajos. Cayendo en la cara del pop más fácil y coreable,
todos aquellos destellos que giran entorno a los matices pop más brillantes
donde la chanson francesa tampoco escasea, se perdieron por el camino. Se puede
decir que el formato festivalero no les sentó bien del todo. Por fortuna, el
mal sabor de boca que nos dejaron los franceses lo solucionó un desinhibido Jeremy
Jay. Con una buena banda a sus espaldas, no dudó en comenzar su concierto con
un recital de grandes temas como ‘Just Dial My Number’ o ‘Gallop’, dejando las
composiciones de su próximo trabajo de cara al final. De ellas podemos decir que
vuelven a ser de lo más redondas, encerrando las letras a ratos felices y a
ratos tan tristonas a las que nos tiene acostumbrados. Dejándonos una de las
imágenes del festival al no para de saltar en cada canción, Jeremy Jay mostró
que pasa por un momento de lo más feliz.
Recogiéndonos bajo el techo del Hidden Stage, nos
encontramos con unos poderosos Lukiek capaces de hacer revivir el rock
alternativo estadounidense de finales de los 90. La banda paralela de Josu de
Belako logró revolucionar al personal con el preciso empuje de sus melodías,
generando la mezcla perfecta entre euforia y descontrol. Se puede decir que sus
conciertos fue una de las grandes revelaciones del festival sin apenas haber
catado su propuesta con anterioridad. Otros que dieron un gran concierto fueron
Baywaves. La banda localizada en Madrid acumula ya muchos bolos a sus espaldas,
algo que sin lugar a dudas logran transmitir en el directo. Sin dejarse nada en
el tintero, supieron cambiar a la perfección entre los matices de pop más
surferos y los atisbos de psicodelia bajo control a los que acostumbran. A
partir de aquí podemos entender el motivo por el que fuera de nuestras fronteras
se les quiere casi tanto como aquí.
El final de la noche corrió a cargo del gran plato fuerte.
Estamos hablando de unos Jesus and Mary Chain que parecen vivir una segunda
juventud. Los temas de su nuevo trabajo Damaged and Joy sonaron precisos y
perfectamente acoplados al resto de su discografía. Con un directo que superó
la hora y media de duración, pudieron hacer un repaso preciso a su parte más
llevada con el cuchillo entre los dientes, sin olvidarse de aquellas canciones
que cimentaron lo que hoy se ha desvirtuado llamándose indie. Abriendo con la
nueva ‘Amputation’, la banda escocesa dejó constancia de su capacidad para
sumergirse en esos terrenos donde el post-punk no acaba de ser agresivo pero sí
que amenaza. Más momentos destacados llegaron con ‘Cherry Came Too’ o ‘Nine
Million Rainy Days’, sacando a relucir su lado más aturdido y al mismo tiempo
disfrutable. El cierre del concierto llegó por todo lo alto, encadenando ‘War
on Peace’ y ‘Hate Rock 'n' Roll’ para demostrar que lo suyo no ha sido un
regreso por cumplir.
La jornada del sábado la iniciamos con uno de esos
conciertos que se recordarán como uno de los mejores de la historia del
festival. Estamos hablando de unos The Divine Comedy que ofrecieron uno de esos
directos impecables, plagados de las canciones más emblemáticas de su
trayectoria a la par de sonar a las mil maravillas. Con un Neil Hannon que
salió de lo más abrigado al escenario, poco a poco se dio cuenta de cómo la
bufanda y demás enseres le sobraban. A lo largo de su actuación nos brindó
canciones de lo más esperadas como fue el caso de una ‘At the Indie Disco’ muy
bien aderezada con el ‘Blue Monday’ de los New Order. Más clásicos aún más antiguos llegaron con la
siempre melancólica ‘A Lady of A Certain Age’ o un ‘Sweden’ que guardó todo su
dramatismo. Lo dicho, un directo inmaculado que a más de uno le ayudó a reencontrarse
con todas las bondades de la banda irlandesa.
La siguiente parada de la noche corrió a cargo de The Drums,
dispuestos a presentarnos su nuevo trabajo Abysmal Thoughts, aunque en ningún
momento se olvidaron de las grandes canciones de surf pop contenidas en el
resto de su trayectoria. Por todo ello quemaron las naves a las primeras de cambio
incluyendo canciones tan memorables como ‘Book of Stories’ o ‘Money’. La
sensación de estar ante un concierto más que bueno fue algo que se palpó en
todo momento, levantando el vuelo muy alto con nuevos temas como ‘Mirror’. Este
conjunto de nuevas canciones por lo general no caló tan hondo en el personal,
no por insistencia de Jonathan Pierce y su banda, sino por salirse de la tónica
de melodía vitaminada a la que acostumbran. Mención especial merece el cierre
que realizaron con un espléndido ‘Down By the Water’, emocionante y agridulce a
partes iguales para dejarnos que hay muchas historias encerradas detrás de esas
canción.
Con la emoción del cierre de The Drums, estábamos perfectamente
preparados para vivir otro concierto de Kokoshca por todo lo alto. Mostrándose
oscuros para acabar la fiesta por todo lo alto, los pamplonicas se encontraron
en todo momento muy concentrados, siendo conscientes de que Donosti es su
segunda o primera casa. Sonaron canciones como ‘Directo a Tu Corazón’ o todo un
clásico moderno como es ‘No Queda Nada’, contraponiéndose de este modo a ‘La
Fuerza’. El cierre del directo, como cabía esperar, desató grandes pogos entre
muchas caras conocidas, celebrando por todo lo alto un nuevo y exitoso
concierto de Kokoshca. Para finalizar de forma definitiva, no podía faltar un ‘No
Volveré’ que siempre genera la adicción del primer día.
Nuestro cierre del festival corrió a cargo de una de las
mejores bandas de post-punk que podemos encontrarnos en nuestro país ahora
mismo. Estamos hablando de los bilbaínos Vulk y su propuesta siempre llevada al
límite. Sus composiciones en directo se vuelven más peliagudas si cabe,
explotando toda esa buena vena que bandas de Reino Unido como Fawn Spots o
Eagulls han desarrollado tan bien últimamente. En un concierto marcado por el
carácter altivo y de perdición de los temas, tuvimos tiempo para apreciar los
pequeños detalles que emanaban de la puesta de escena de su frontman, dejando
claro que lo suyo va muy en serio. Así es como pusimos el punto y final a una
nueva edición del Kutxa Kultur, siendo conscientes de que un festival con tanto
encanto resulta muy difícil de encontrar. Una vez superadas todas las
inclemencias de este año, solo cabe esperar de que la próxima edición se vea
aún más reforzada en todas sus líneas.
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