sábado, 10 de noviembre de 2012

Blood Pressures o el juego de estilos de The Kills



Cuando Alisson Mosshart regresó a grabar junto a Jamie Hince para el cuarto álbum de The Kills, “Blood Pressures”, venía de su experiencia con The Dead Wather y la combinación de beats con el indie de los tres primeros discos se notó en esta entrega del año pasado.

Siempre es de agradecer el desarrollo y evolución de una banda, y en “Blood Pressures” es notoria la mayor intervención y protagonismo de un nivel melódico de la voz de Mosshart, acercándose en algunas canciones al círculo del pop y teniendo una ligera, aunque clara influencia del hip hop.

Pero, no teman, que el estilo indie no se pierde y eso lo dejan en claro desde el primer sencillo liberado, “Satellite” –pista 2- y aunque el álbum comienza con un toque que podría ser más mainstream con “Future Starts Slow”, la calidad del sonido mantiene el interés de forma inmediata.


Las pistas 3 y 4, “Heart Is a Beating Drum” y “Nail in My Coffin” representan la evolución de la banda de la que hablábamos al inicio. El ritmo más rápido de lo habitual no es tan presente en la primera, pero el estilo es marcadamente distinto, con un que otro toque de hip hip –sin llegar a serlo realmente- y en algún momento recuerda mucho a The Dead Weather. El punto más pop del álbum llega con “Nail in My Coffin”, donde la simpleza melódica es utilizada por Mosshart para una canción más rítmica y sencilla de seguir.

Entonces viene el cambio. Como si el mismo Jamie Hince interrumpiera a Mosshart de su aventura, aparece “Wild Charms”, cantada por él mismo, cortísima y genial, una pena una duración de apenas un minuto y quince segundos, pero es como un preludio de la segunda parte del álbum. La verdad es que da lástima que esta canción, la cual por cierto nos recuerda inevitablemente a “Jealous Guy” de John Lennon, se acabe tan rápido. Parafraseando a un comentario en You Tube, esperemos que Hince no sea tan “rápido” con Kate Moss, su esposa.

“DNA” aparece entonces, todavía con los vestigios de la primera parte del álbum, pero con una mayor orientación hacia el indie que los caracteriza en sus anteriores álbumes. Una canción sencilla donde Mosshart se deja guiar más por la guitarra de Hince que al revés.

El punto más alto del álbum tiene que ser “Baby Says”. La curiosidad es de inmediato cuando, detrás de Mosshart, aparece la voz de Hince acompañándola y dándole una fuerza inesperada a una letra que de por sí es bastante buena. El claro sentimiento de Allison al interpretarla y el riff que juega entre el blues y el rock más moderno, hacen de esta canción la mejor del álbum en un punto de vista personal. “Baby Says” fue el cuarto sencillo del álbum y el que terminó de apuntalarlo.







Lo llamativo es que luego viene “The Last Goodbye”, donde Mosshart cambia el registro para, con un ritmo llevado por el piano, mantiene el nivel del álbum. La mejor letra del disco e inteligentemente llevada al dejar que precisamente las palabras sean las protagonistas de la melodía la cual poco a poco va introduciendo sonidos para terminar siendo una muy buena canción. Curiosamente, también fue el siguiente sencillo tras “Baby Says” y el final del álbum.


Buen cierre tiene “Blood Pressures” con “Damned if She Do”, “You Don’t Own the Road” y “Pots and Paris”, la primera con un estilo más rockero y desenfadado, menos serio y las otras dos con el toque indie pero con el estilo particular de Mosshart.

Si bien el álbum comienza con ciertos experimentos, -aunque no resultan realmente malos-, tiene una segunda mitad espectacular y digna de amplia recomendación. De lo mejor que ha salido en los últimos tres años tal vez. Si hubiera que dar una calificación, ésta debería llegar por lo menos al 9.

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