Brandon, un hombre de treinta y tantos años es un adicto al sexo que vive en un confortable apartamento en Nueva York. Para evadirse de la monotonía del trabajo, seduce a las mujeres en una serie de historias sin futuro y encuentros de una noche. Pero el ritmo metódico y ordenado de su vida se ve alterado por la imprevista llegada de su hermana Sissy, una chica rebelde y problemática. Su presencia explosiva llevará a Brandon a perder el control sobre su propio mundo.
Nominada en los Premios BAFTA, en los Globos de Oro, en el Festival de Venecia, en los Satellite Awards...y todo esto pareciendo una película normal, sin artificios, ni juegos emotivos que intentan trasmitir algo al espectador. Simplemente sexo y dudas. Bueno, sexo, dudas, y Fassbender que está soberbio.
Shame podría haber sido otra película más. Podría haber caído en lo fácil, poner a un protagonista con pocas luces, pero ligón follándose a cuatro tías buenas y ya hubiera tenido una película que, al menos, habría sido visto por los adolescentes y habría estado en el boca a boca popular. Pero no, Shame va mucho más allá, McQueen (el director) prefiere desnudar al protagonista más psicológicamente, que físicamente; prefiere transmitir presión y desasosiego porque algo tan placentero como el sexo, se ha convertido en una obsesión. Prefiere descender al protagonista a los infiernos, de creer tenerlo todo, a no tener nada. Prefiere tener gloria.
Y no solo es magnífica narrativa e interpretativamente, sino que también técnicamente. Porque ojito con McQueen, en su debut ya demostró que iba a ser un grande, y en esta, su segunda película, lo confirma. Seguramente en unos años, la comunidad cinéfila lo pondrá a la altura de los grandes. Su uso de la música es enorme, no desentona en ningún momento, sino que esta "ahí" transmitiendo junto a los personajes, como si fuera otro más. El uso de los planos secuencia, el juego de luces y sombras..en este aspecto me ha recordado mucho a Drive. Son películas bastante parecidas, a pesar de que el argumento de cada una diga lo contrario.
Jaime Muñoz
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