Noche gélida de lunes en
Valladolid. Una veintena de afortunados nos acercamos al Café España a ver a
uno de los artistas más carismáticos y prolíferos de la música americana. En
esta ocasión Ken Stringfellow presentaba su formato más sereno, al piano y
guitarra, dejando a un lado su faceta de performer
ofrecida el año pasado en el Monkey
Week.
Introduciéndonos de lleno en el
apartado musical, podemos decir que Ken defiende las canciones de su último
trabajo Danzing in the Moonlight de
una manera formidable. Si escuchamos el disco, nos encontramos con una gran
obra plagada de pequeños matices logrados con instrumentos como el saxofón. Sin embargo, eso no es impedimento para que
el señor Stringfellow pueda mostrar todas sus canciones sin que pierdan un
ápice de su encanto.
El concierto empezó con Superwise
de una manera contundente con el piano como protagonista. El paso de los años
parece que haya mejorado la calidad vocal del californiano en vez de
deteriorarla. A continuación nos
emocionó a todos con su lado más íntimo, interpretándonos aún encima del
escenario el tema 110 or 220V. A partir
de aquí Ken se permitió el lujazo de bajar de la platea y ofrecernos un
concierto aún más intimista. Fue desgranando sus canciones de la mejor manera
posible: acercándose a cada asistente, mirándole a los ojos y trasmitiéndole la
cercanía de su música. De este modo cayeron temas como como Even
the Forgers Were Left Fingering the Fake, la preciosa Any Love o You’re the
Gold, con la que hizo saltar las lágrimas a alguna que otra asistente.
Tras alcanzar las dos horas de
concierto, el californiano se despedía invitándonos a charlar un rato con él y
mostrarnos sus merchandisings contenidos
en su vieja maleta. Noches de lunes como
esta pueden dar mucho de sí y convertirse en la mejor de la semana.
Precisamente estas veladas son las que nos pueden salvar de caer en la
monotonía, una monotonía que el protagonista de nuestro concierto
seguramente nunca experimente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario