Hoy tengo el placer de reseñar otro clásico del cine musical, y no uno cualquiera (!), sino uno ganador de, ni más ni menos, 10 Oscar. Sí, amigos, estoy hablando de West Side Story.
En el West Side de Nueva York, un barrio marginal, se disputan la hegemonía dos bandas callejeras: los "Sharks" son portorriqueños, y los "Jets", de ascendencia irlandesa. El jefe de los primeros es Bernardo, que vive con su hermana María, recién llegada a Nueva York. Una noche, en un baile, María y Tony, co-fundador y ex-miembro de los Jets, se enamoran.
El film es un manjar para los amantes del cine y de la música, y está lleno de curiosidades que expondré a lo largo de la reseña.
West Side Story empieza con una visión aérea de la Gran Manzana, y justo después, uno de los inicios más peculiares de la historia de cine. Con gran fuerza narrativa se nos muestra los distintos personajes, las dos bandas callejeras antagónicas que luchan por gobernar el West Side Story. Y, curiosamente, no se nos enseña a ninguno de nuestros protagonistas. Ni a Romeo (Tony), ni a Julieta (María).
Otra gran escena, también icónica y recordada, es la irónica secuencia de la canción "America".
Realmente no me gusta destripar nunca una película cuando intento comentarla. Me gusta dar alguna pincelada, algún matiz, alguna anécdota, pero no contar todo el film. Creo que le resta magia y emoción para los futuros espectadores.
Lo atractivo de la película reside precisamente en la dicotomía que se crea a ojos del espectador. Una ambientación trágica, pobre, decadente, con delincuentes juveniles que, a su vez, son bailarines que arreglan sus discusiones al son de la música.
Como curiosidad cabría destacar que le propusieron a Elvis Presley interpretar a Tony. Él evidentemente rechazó la oferta y, posteriormente, al ver la fama que consiguió el film, se arrepintió.
Mi secuencia favorita es cuando Tony canta a María. No es tan icónica como el resto, pero es igualmente preciosa:
Además cabe resaltar que ninguno de los dos protagonistas sabian cantar. Algo sorprendente dado el cásting para un film de estas características.
No es Singin' in the Rain, no tiene sus brillantes coreografías, pero es que el mejor musical de la historia solo puede ser uno. Aún así, clásico del cine obligatorio para todo amante de la música.
Jaime Muñoz
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